miércoles, 28 de mayo de 2014

Blue Jasmine

Historia de dos realidades.

Me gustan las películas de Woody Allen. Reconozco que a la mayoría de ellas les falta algo, ese elemento tan difícil de definir y que hace que películas sencillamente buenas se conviertan en extraordinarias. De las últimas que ha filmado, seguramente solo Match Point merezca esa condición. 

Aun así, me encantan sus películas. Las temáticas que aborda, los diálogos y el ingenio siempre presente en sus cintas hacen la mezcla perfecta para hacerme pasar un buen rato. Y a estas alturas de la película y viendo cómo se las gastan últimamente los cineastas del séptimo arte, me parece que el señor Allen es de lo mejorcito que hay. Una raya en el agua, un oasis en el desierto...

Hace unas semanas pasé revista a su último trabajo: Blue Jasmine. Seamos sinceros, el argumento no trata nada nuevo. Es en los matices, en los giros, en la forma de tratar los temas, que casi siempre son simples y mundanos, donde Woody Allen muestra todo su oficio. Blue Jasmine nos cuenta la historia de una mujer elegante, rica y distinguida que, por ciertos reveses de la vida, de repente se encuentra sin un duro y se ve obligada a trasladarse desde Nueva York a San Francisco para vivir con su hermana en un modesto piso. Desde ese difícil escenario lucha por empezar de nuevo en un entorno que, lejos del glamour y opulencia al que está acostumbrada, le hace rememorar su antigua vida de lujo y esplendor.

El papel protagonista está reservado a Cate Blanchett, una gran actriz que por este trabajo ha recibido un Oscar, un Globo de Oro y un Bafta, entre muchos otros premios. Sin lugar a dudas, uno de esos papeles que pueden cambiar el rumbo de cualquier intérprete si no fuera porque el de Cate Blanchett estaba bien encauzado desde hacía mucho tiempo.

Suficientemente reconocida por ello, Cate Blanchett borda un papel que le permite caminar continuamente entre el drama y la comedia, entre la elegancia y la falta de dignidad, en un personaje que despierta pena y desprecio al mismo tiempo.

Con ciertos giros interesantes, la película se sostiene con entereza, seguramente con más entereza que la bella Jasmine, y da lugar a ciertas reflexiones sobre los golpes de la vida y el modo en el que nos enfrentamos a ellos.

Blue Jasmine son dos historias en una: la de la acaudalada y sofisticada mujer consorte de un gurú de los negocios y la de una mujer venida a menos que debe sortear su desgracia con la mayor dignidad y fortaleza posible, tratando de regresar al lugar que, supuestamente, le corresponde. Dos realidades bien hilvanadas y sostenidas no solo por su actriz protagonista, sino también por un director que cada año nos trae a las pantallas un trabajo digno, muy por encima de la media. Que tire la primera piedra el cineasta que atesore una carrera no solo tan fructífera sino también tan solvente.

Señor Allen, una vez más, prueba superada. Deseando ver su siguiente trabajo.